Esa será la consecuencia si el domingo 20 de Noviembre se cumple lo que auguran las encuestas. El PP, sin comprometerse con el país en nada importante durante los últimos 8 años, obtendrá el poder omnímodo en España. Tendrá al país en un puño, en el derecho, obviamente.
El poder del PP, el de la derecha, será tan absoluto como se describe a continuación: la derecha dominaría los tres poderes del Estado sin limitación alguna. El poder legislativo dominado absolutamente; el Ejecutivo, por supuesto, si le dejan los mercados. El Judicial es terreno propiedad de la derecha de toda la vida -más del 80% de los jueces son declaradamente de derechas- y a partir de ahora se reforzará la cuota.
En Europa tendrán a sus colegas mandando en la mayoría de los gobiernos y, por consiguiente, el Consejo Europeo siempre estará dominado por la derecha; en el seno de la Comisión Europea seguirán siendo de derechas un gran porcentaje de los comisarios, sobre todo los más importantes. El Parlamento Europeo está dominado por la derecha. Y qué me dicen del Banco Central Europeo: me temo que no tiene ni un consejero que se acerque ni de lejos a posiciones diferentes, entre otras cosas porque entonces no estaría sentado en tales butacas. El Tribunal Europeo no parece que sea de izquierdas. Los bancos públicos, tanto nacionales como regionales europeos, están en su poder. Las grandes corporaciones transnacionales, las empresas...
El poder territorial español prácticamente de forma absoluta en el zurrón de la derecha: las Comunidades Autónomas en sus manos -incluída Cataluña, Navarra, Asturias y Canarias, que también están en sus seno, aunque sean derechas con otros rostros-, donde gran parte de los servicios esenciales como la educación, la sanidad, la dependencia... están subordinados a sus decisiones.
El poder local también es de su propiedad en gran medida, porque las grandes y medianas ciudades, así como muchos pueblos, diputaciones provinciales, entes comarcales... están dominadas por el PP y otros partidos de la misma línea política.
Pero no queda todo aquí. El poder del PP será más absoluto que el de nadie en la historia de la joven democracia española, porque los poderes fácticos han sido y siguen siendo también de derechas. La Iglesia, especialmente su jerarquía, no deja espacios para otras ideas que no sean las integristas católicas. El Ejército se ha lavado la cara durante el gobierno socialista, pero nadie se cree que su naturaleza ideológica haya variado, y menos en lo que se refiere a su cúpula. La banca absolutamente de derechas. Ya no tenemos ni las cajas de ahorros que eran públicas y se están privatizando, donde, de vez en cuando, aparecía algún consejero de izquierdas en su dirección.
La prensa está dominada por las empresas de derechas. Algún diario importante parece tener línea editorial de centro izquierda, pero, cuando el negocio no funciona, terminan por hacer dejación de tales ideas y promover el cambio de gobierno -aunque sea de izquierdas- para seguir engrasando las cajas fuertes de sus beneficios. Al final, muchos solo utilizan la ideología de izquierdas como papel de celofán para vender periódicos a ese segmento importante de la población española que se identifica con tales ideas. Incluso se permiten el lujo, tales empresas, de mantener líneas editoriales de izquierdas en uno de sus medios, mientras en otro de su propiedad apoyan a la derecha. Y se quedan tan tranquilos, oye. ¡Qué cinismo!
Y qué decir de las radios y televisiones. Ahora resulta que las gestionadas por los gobiernos socialistas están consideradas como las más imparciales e independientes. Veamos lo que pasa con la TDT, ese gran invento que iba a fomentar el pluralismo político e informativo, la tolerancia, la libertad para elegir..., resulta que todas son de derechas o, peor aún, porque muchos hacen referencia a estos medios como la TDT-Derecha Extrema. No se encuentra ni un canal importante que se pueda calificar de izquierdas, a pesar de que este país se puede considerar tan de izquierdas como de derechas en su expresión sociológica.
El tejido empresarial absolutamente de derechas, de acuerdo con su naturaleza, incluidas las Confederaciones de empresarios que no disimulan su alineamiento. ¿Y los sindicatos? Tan acostumbrados como están muchos de los representantes sindicales a pisar moqueta y aprovecharse de su condición de liberados, no tienen ningún empacho en firmar cualquier ERE que el empresario les presente -aunque la empresa obtenga grandes beneficios un año sí y otro también-, siempre que los privilegios sindicales se mantengan, claro. Mucha gente tiene la sensación de que hemos creado una casta de burócratas sindicales que no defienden a los trabajadores, jubilados... y que ya solo son nuevas 'grandes empresas' que operan en el sector laboral español, comunitario, etc., aprovechando las cuantiosas subvenciones públicas que reciben de los distintos gobiernos.
Algo similar ocurre con algunas grandes ONG, transformadas en nuevas 'iglesias' que viven de las aportaciones públicas, donde la gente de a pie curra como nadie y dan todo lo que tienen altruistamente, mientras muchos de sus dirigentes 'predican' el amor a los desfavorecidos, a la vez que se llevan a sus bolsos píngües nóminas que, en ocasiones, pueden equipararse a las de cualquier importante ejecutivo de grandes empresas y multinacionales.
Podríamos seguir, pero probablemente todos acabaríamos cansados de un relato tan negativo aunque ciertamente real. El PP, y el resto de la derecha disfrazada con diferentes caretas, puede acabar ostentando un auténtico poder omnímodo a partir del próximo lunes. A la izquierda le quedarán los valores, las ideas, la determinación para seguir creando derechos para los ciudadanos, pero sin ningún poder. No se puede transformar una sociedad sin poder. Esta solución que se vislumbra para después de las elecciones del próximo domingo será muy negativa para España. Y todos tendremos la responsabilidad de haberlo consentido.
Re-flexiona, pero no te quedes de rodillas. ¡Levántate y anda!
Suerte.