Ahora suben el coste de la electricidad. Con esto de la crisis nos aprietan por todas partes. La mayoría hace tiempo que tiene asumido el papel de hormiga, pero aun así, tras permanecer años y años en esta situación de continuo sacrificio, no logran superar las dificultades y salir de la miseria.
Sin embargo, todavía quedan valientes que haciendo caso omiso de la moraleja que La Fontaine nos transmite en su famosa fábula, han adoptado el rol alegre de cigarra. Dan la espalda a la crisis y tratan de divertirse o, al menos, no amargarse.
¿Estará equivocada la hormiga? ¿Será más lista la cigarra? En cualquier caso, ¿por qué tanto empeño en moralizar al personal siempre obligándolo a sacrificarse, ser humilde, trabajador, educado, cumplidor, religioso, generoso..? ¿Son aplicables los valores del siglo XVII, época del famoso escritor francés, a la vida loca del siglo XXI?
Como diría nuestro inolvidable y recientemente desaparecido Labordeta, "¡ A la mierda con La Fontaine!
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