El PP sabía que no podría aguantar el desgaste político al que le iba a someter la opinión pública cada vez que apareciera la foto del expresidente de la Comunidad autónoma de las Islas Baleares, y exministro del gobierno de José María Aznar, Jaume Matas, sentado en el banquillo como procesado por presunta corrupción por el llamado caso Palma Arena.
(En las fotos, arriba, Matas declarando ante el tribunal y, a la derecha, sentado en el banquillo con su abogado)
Lo mismo se podría presumir cuando el expresidente de la Comunidad valenciana, Francisco Camps, y el exsecretario general del PP en esta comunidad autónoma, Ricardo Costa, se vieran en la foto sentados en el banquillo de los acusados por presunta corrupción en el caso de los trajes -peccata minuta- pero, sobre todo, por el caso Gürtell donde, además del presunto delito de enriquecimiento personal de varias personas vinculadas directamente al PP, se va a juzgar el presunto delito de financiación ilegal del partido, verdadero asunto importante de estos procesos.
(En la foto de la izquierda, Camps declarando ante el tribunal. En la de arriba, a la derecha, Camps y Costa con sus abogados)
¿Dos presidentes de CC. AA. en el banquillo, un día tras otro, y así durante dos meses cada uno? Esto es demasiado, debió pensar Trillo y el resto de la cúpula del PP tiempo atrás. Así pues, algo había que hacer para paliar los efectos de degradación del Partido ante la opinión pública que podría dificultar el acceso al poder y, para ello, establecieron la siguiente estrategia:
1º) Dado que también otros partidos, en especial el Psoe, tienen casos de corrupción en sus filas, lo mejor es poner a funcionar el ventilador. Y así lo hicieron con el caso de los Eres contra la Junta de Andalucía y el caso Faisán contra Alfredo Pérez Rubalcaba y, más recientemente, el caso Campeón contra José Blanco, todos ellos 'el chocolate del loro' en comparación con los dos casos anteriores. Además, para que la gente de Sálvame Deluxe esté entretenida y se olvide del PP, le soltamos la carnaza del caso Iñaki Urdangarin y del Instituto Nòos, que se enfoca desde la perspectiva que más gusta al servil pueblo, la de un aristócrata corrupto -lapidémoslo- pero no desde el punto de vista de la corrupción de los dirigentes del PP en Baleares en el caso Palma Arena.
Y, por si fuera poco -han pensado los dirigentes del PP-, sentamos en el banquillo también a Baltasar Garzón, el juez que se ha atrevido a levantar el caso Gürtell y ha osado procesar al franquismo por los asesinatos producidos por la dictadura -algunos datos fijan en 150.000 los asesinados-, especialmente por aquellos muertos 'despachados' a base de tiros a las zanjas/sepulturas de las cunetas de las carreteras y de las fosas cercanas a las tapias de los cementerios después de haber ganado la guerra, sin juicio justo, dejándose llevar por el odio, aplicando la venganza y dando forma material a la limpieza ideológica, establecida como estrategia política por el nuevo régimen fascista. Y no tenemos reparo en diferir mucho los casos Mata y Camps -se dijeron los jerifaltes 'populares'-, haciéndolos coincidir con los casos Garzón y Urdangarin, mucho más fáciles de instruir, para que se debiliten los efectos negativos que nos afectan.
(Foto anterior, arriba a la izquierda, Urdangarin con Matas. En la foto de la derecha, Garzón ante el Tribunal)
2º) Constatación: la cúpula judicial es políticamente de derechas. El Tribunal Supremo, con su presidente Carlos Dívar a la cabeza -del Opus Dei, Dios nos ampare-, y en especial su Sala de lo Penal, es de derechas, derechas, derechas... El Consejo General del Poder Judicial, presidido por el mismo personaje, es de derechas, salvo varios consejeros que no se puede decir sean de izquierdas, aunque eviten manifestarse como de derechas. El 70% de los jueces adscritos a asociaciones profesionales lo están a la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), de derechas de toda la vida, y sin complejos; el resto a otras más moderadas, pero no precisamente manifiestamente de izquierdas. Mientras tanto, el país, sociológicamente, puede considerarse, aproximadamente, como mitad de izquierdas, mitad de derechas, según se deduce de las muchas elecciones democráticas que hemos celebrado desde la muerte del dictador. Urge aquí hacer la Transición que no se ha realizado en este llamado Tercer Poder desde hace 35 años. Y luego dicen los palmeros de la TDT de la derecha extrema que los socialistas mataron a Montesquieu...
3º) Para evitar la caída de valoración del PP por parte de la opinión pública en los meses anteriores a las elecciones autonómicas y locales (22 de Mayo de 2011) y legislativas (20 de Noviembre de 2011), hay que enredar en los procedimientos -recursos, reprobación de jueces, peticiones de pruebas no adecuadas, aplazamientos- para que nunca uno de estos juicios se celebre antes de tales comicios. Y así lo han hecho.
4º) Conseguido el objetivo de retrasar los juicios y una vez alcanzado todo el poder local, autonómico y nacional, y dado que es imposible aguantar el nivel de confianza de la ciudadanía por estos casos de corrupción y por los recortes draconianos que vamos a hacer -piensan los estrategas 'populares'- para mayor gloria y honra de los poderes económicos, lo mejor es sufrir la purga del aceite de ricino que hemos de tomar durante el primer trimestre del año 2012.
Para hacer más leve la herida de la credibilidad del PP -han pensado los 'sabios populares'-, construimos un totum revolutum haciendo coincidir en el tiempo, es decir, concentrando todos los juicios en estos meses, así como las grandes decisiones de recortes económicos y sociales del Gobierno. Conclusión: no tenemos reparo en diferir ad eternum la instrucción de los casos Mata y Camps, con la vista puesta en hacerlos coincidir con los casos Garzón y Urdangarin -que nunca debieron tardar tanto por ser mucho más fáciles de instruir-, para que se debiliten los efectos negativos que nos afectan.
Y el resultado ha de ser, indefectiblemente, magistral. Por un lado, los casos alternativos de Garzón, Urdangarin... detienen la sangría en la herida de los casos de corrupción del PP. Asimismo, unos y otros -los juicios y los recortes económicos y sociales que desgastan a los 'populares'- hacen de bálsamo recíproco: los juicios por corrupción olvidan los recortes y, viceversa, las reformas económicas olvidan el tema de la corrupción.
Miembros de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
Consideración final: los estrategas del PP están en su papel. No tienen sentido democrático y no les importa manipular en su provecho las instituciones, incluido el Poder Judicial. Y, como lo han manifestado públicamente en muchas ocasiones, lo hacen "sin complejos". Pero, por otra parte, las cúpulas de este llamado Tercer Poder, impregnado hasta la médula por elementos de extrema derecha y franquistas -todavía quedan algunos que juraron los Principios del Movimiento al acceder al oficio de juez y no han renunciado expresa y públicamente a ellos- tienen una gran responsabilidad, porque han aceptado, han asumido, convivido y aplicado esa estrategia bien elaborada por los expertos del PP. En definitiva, todos están en el mismo carro que no es, precisamente, el carro de la democracia. Como dice la canción, hace tiempo que "ese carro me lo robaron..." El carro lo ha robado el PP. El carro lo tiene en su poder la Derecha 'patriótica' de siempre. Y el españolito de a pie, sin inmutarse, oiga.
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