viernes, 7 de mayo de 2010

Valores morales en la crisis económica

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Esta semana ha sido infernal en la bolsa española y en las de todo el mundo. Primera enseñanza: no se trata de falta de confianza por las dificultades de Grecia y su influencia contaminante sobre países como Portugal, Irlanda y España, la periferia de la zona euro. Tampoco es debido a que la economía real esté tan mal, pues cada vez son más los datos moderadamente positivos que van apareciendo en todos los países desarrollados. En realidad es una vorágine especuladora de los tiburones de siempre.
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Segunda enseñanza al respecto: después de tantos anuncios el G-20 y demás instituciones económicas internacionales no han hecho nada para controlar a los mercados financieros especuladores. Hasta tal punto es grave el asunto, que está instalada en la conciencia de los ciudadanos el convencimiento de que son los poderosos de las finanzas quienes mandan sobre la política, por muy democráticos que sean sus representantes.

La especulación financiera, cuyo fin último es el enriquecimiento inmediato, sin esfuerzo, sin mérito, sin riesgo, sin solidaridad hacia los menos favorecidos, sin la más leve conmiseración hacia los débiles... se ha llevado por delante cualquier confianza o adhesión a los valores morales que deben predominar en nuestras avanzadas (?) sociedades.

Y yo me pregunto, ¿quiénes han sido los culpables de esta gran crisis económica que nos está arruinando? ¿Quiénes son los que pisotean una y otra vez estos valores morales? La respuesta la conocen muchos de los lectores: precisamente aquéllos que más predican la necesaria aplicación de tales valores. Precisamente aquéllos que predican tal cosa para los demás, pero ellos hacen lo contrario. Precisamente la derecha más reaccionaria e integrista que campa a sus anchas por los países más influyentes y poderosos de nuestro viejo mundo occidental capitalista.


Sí, esos son. Esos que vienen a tu cabeza una y otra vez. Siempre son los mismos. Son los buitres que provocan la estampida general para que la destrucción y la muerte dejen carroña en el camino de la que puedan saciarse. Son los que también se atreven a predicar -para los demás, nunca para ellos- esfuerzo, mérito, obediencia, fe divina, caridad -que no derechos-, orden, seguridad, castidad, resignación, pobreza, humildad, libertad sólo para ellos...

Y, sin embargo, a ellos se les llena la boca de palabras bonitas cuando hablan o negocian, por ejemplo, pactos que no desean, pactos imposibles sobre educación, o sobre solidaridad para desarrollar una ley de dependencia que no arranca, o propugnan reformas -vaya eufemismo- laborales y de pensiones que sólo significa recortes de derechos permanentemente. ¿Hasta dónde pretenden llegar? Para contestar a esto habrá que volver a leer a Marx.

Una semana histórica, negativamente histórica, para recordar toda la vida. ¿Nadie va a poner coto a esta desmesura? Mientras tanto, por favor, que nadie me hable de valores morales. Y perdonen, pero ya estoy 'encendido'... pero que muy 'encendido'.
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