... que os movéis con dificultad, lentamente, apoyados en bastón, por las calles del barrio cargando con la vieja maleta llena de recuerdos y penalidades de una larga vida, pero plena, también, de dignidad. Señoras y señores que poco hace cumplísteis los primeros 80 inviernos pero seguís paseando juntos, tomados del brazo, porque 60 primaveras atrás decidísteis compartir trinchera en la guerra que libráis, día a día, para sobrevivir en esta selva llena de fieras humanas. Señoras y señores que paseais por la acera sorteando a los presurosos urbanitas -presumen de modernistas- que vienen de frente cual si fueran manadas de bisontes en la gran pradera. ¿En qué pensáis? ¿Tal vez en el olvido que sufrís? ¿Quizá en la falta de una palabra de agradecimiento por todo vuestro esfuerzo? Algo va mal cuando no se mima a los viejos -¡qué palabra tan bonita!-, cuando se les olvida e, incluso, se les margina y se les recluye en los rincones de la sociedad.
Algo va mal cuando la vieja dama, algo encorvada, cara arrugada, manos desgastadas, gafas de pasta, lleva el cabello desaliñado, totalmente blanco, mal peinado... No puede ir a la peluquería del barrio una vez al mes, como hacía años atrás, a que le hagan un arreglito y le tiñan el pelo y le dejen un peinado que ella siempre ha sabido conservar con su malla mientras estaba en casa. Algo va mal en nuestro pequeño mundo de los humanos porque la vieja abuela ya no puede maquillarse su cara pecosa -manchas de la vejez-, un poquito nada más..., ya sabes, para sentirse bien interiormente, para que su viejo se sienta orgulloso de ella todavía y los vecinos puedan decirla lo guapa que va. Ya no porta pulseras ni anillos, salvo el de casada, en sus débiles manos. Algo va mal pues la viejita sale a la calle, una vez más, con su gastado chaquetón azul marino, un tanto raído -ya no se pone el alfiler escarabajo dorado, regalo de sus hijas en las bodas de oro de su matrimonio- , y una falda del mismo color que cubre un palmo por debajo de la rodilla , muy desgastada también, aunque limpia y cepillada, porque pobre sí, pero con dignidad. Algo va mal para que la abuela tenga que salir, una vez más, con las mismas medias negras, cosida una de ellas por la parte que se enfrenta a la otra pierna para que no se vea mucho. Algo va mal, pues los zapatos negros, antes de charol, ahora han perdido lucidez por las varias grietas que atraviesan su empeine y que sólo se han podido disimular a base de betún caducado...
Algo va mal en nuestro mundo, dicen, de la abundancia, cuando el viejo león, vista muy reducida, que ya se dobla y sostiene del brazo a su viejita amada hoy tampoco se afeitó esa barba rala, blanca, que todavía se incrusta entre los surcos de la cara. Las viejas cuchillas que él siempre usó apenas se encuentran en las tiendas del barrio. Las nuevas son muy caras y, además, cortan como un bisturí, y su pulso no está para tales operaciones. Algo va mal cuando hoy también ha salido con la misma y consumida parka marrón verdoso que le regalaron sus hijas cuando cumplió los 70. Las mangas le superan las muñecas y las manos huesudas y rugosas, resultado de años y años de doblar la cerviz, se esconden parcialmente en la cueva que forma la tela. Ya no tiene aquella mancha que se le pegó a la pechera como una lapa -¡qué 'cariñosa' bronca le soltó la parienta!-cuando su compadre le invitó a un café en el bar del riojano. Algo va mal porque al abuelo pasea con el mismo pantalón gris marengo, sobado por la culera, desgastado por los bajos, que rebosa experiencia por todos los pliegues que aún se vislumbran. Algo va mal pues los zapatos negros del anciano ya no lucen. Llevan la fotocopia de las arrugas de su rostro, y el betún que la abuela le dio, el domingo quince días hace, pasó al estado de tristeza vital.
Algo va mal en este país cuando los viejos pasean por las aceras de ciudades y pueblos derramando melancolía por todas partes. No brillan sus ojos, dejaron de ser parlanchines, ya no cuentan aquellas adornadas y algo exageradas historietas que nos hacían pasar momentos agradables en su compañía, han perdido la ilusión. Señoras y señores..., algo va mal.
1 comentario:
¡ Qué articulo más bonito!
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