martes, 30 de septiembre de 2008

¡La gobernanza, estúpido,... la gobernanza!

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Así le ganó el aspirante W. Clinton las elecciones de EE UU al presidente Bush senior en 1992. Le dijo aquello que tan mal sonaba: "¡la economía, estúpido..., la economía!". El padre del actual presidente estadounidense se había olvidado de la economía de los norteamericanos con la primera guerra del Golfo contra Irak, a finales de 1.990 y comienzos de 1.991.

Ahora que la economía se ha desbordado henchida de liberalismo, de auténtico desmadre, sin control político efectivo, el grito debiera ser este: "¡la gobernanza, estúpido..., la gobernanza!"
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Es un poco tarde pero todavía puede convertirse en un revulsivo. Claro que para ello es preciso que alguien ejerza el liderazgo que no tiene el presidente Bush junior. ¡Qué desastre de presidencia!

Mientras tanto, las corporaciones financieras hasta ahora tenidas por inquebrantables, se desmoronan porque sus activos pierden valor a toda velocidad. Y esta sangría no la para ni siquiera las fuertes transfusiones de liquidez que la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el de Japón, y otros muchos más inyectan diariamente al mercado de dinero. ¿Por qué? Porque ya no hay confianza en el sistema que vemos está mucho más contaminado de lo inicialmente estimado.

Tampoco en el Congreso de EE UU aparecen liderazgos fuertes que permitan alumbrar un plan para detener la crisis. ¡Un plan, por favor!, claman muchos especialistas. Todo lo contrario: ¡que paguen ellos sus desmanes!, gritan los que poco tienen.

Sin embargo, la realidad siempre es parecida: las clases medias y bajas son los verdaderamente afectados cuando se producen estos sunamis financieros porque, inevitablemente, terminan por perder sus pocos ahorros depositados en fondos de pensiones, fondos de inversión, y otros productos financieros que, cómo no, eran seguros... para los bancos, claro, cuando todo iba sobre ruedas.

Sí, se necesita un liderazgo fuerte que se eche un plan a la espalda y reparta un poco de sosiego en la nave zarandeada por el vendaval. Porque es mejor un plan con carencias, susceptible de ser corregido paulatinamente a medida que se comprueban sus efectos, que la nada.

Pero ni siquiera los candidatos a la presidencia, Obama y McCain, brillan por esa capacidad de liderazgo que se demanda y espera de ellos.

¿Y en Europa? ¿Quién toma las riendas para que los europeos no caigamos en la misma sima que los norteamericanos? ¿Acaso Nicolás Sarkozy? Pero si al presidente de turno de la UE le gusta más viajar en los yates de los grandes magnates que a un tonto un lápiz. ¿Acaso Gordon Brown? No parece posible; a éste no lo quieren ni en su propia casa. ¿La canciller Angela Merkel? No llega suficientemente a la gente porque le falta carisma. ¡Vaya panorama!

Mientras tanto pasa el tiempo y la gobernanza aplicada a la economía financiera languidece.

El sueño bíblico de José puede ser largo. Las vacas flacas se han quedado a vivir entre nosotros. Veremos quién es capaz de quitarlas el hambre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es imprescindible que el poder político se imponga sobre el económico porque, de lo contrario, estos desaprensivos nos llevarán a la ruina. Y esto no es de ahora. Esto ocurre cada varios años. Pero no aprendemos.
Es necesario regular la Economía, sobre todo controlar los movimientos puramente especulativos. ¡Tasa Tobin ya!

Anónimo dijo...

¿Cuándo se exigirá que los que se llevan el dinero, aparte de estar en la cárcel, devuelvan la pasta robada? No debieran salir de allí sin que la restitución sea un hecho.

Anónimo dijo...

Pues parece que las decisiones de Gordon Brown en Gran Bretaña han sido bien acogidas. Tal vez su política que comienza a ser keynesiana sea la acertada. Veremos.