martes, 20 de mayo de 2008

Plan Ibarretxe II, ¿para qué?

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La Propuesta de Pacto Político para la Convivencia que el Lehendakari del Gobierno Vasco, Juan José Ibarretxe, ha presentado hoy al Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, con el fin de intentar alcanzar un acuerdo para establecer un nuevo marco jurídico para Euskadi, ha sido rechazado por el Presidente del ejecutivo español, por tres razones principalmente. Primera, porque no es el resultado de un amplio acuerdo entre los partidos políticos y representantes de los ciudadanos vascos. Segunda, porque las pretensiones que de ella se derivan no encajan en el ordenamiento que se deriva de la Constitución española y el Estatuto de Autonomía para el País Vasco. Tercera, porque no cumpliría las normas procedimentales establecidas en el ordenamiento jurídico vasco y español para este tipo de iniciativas políticas.

¿Para qué este segundo Plan Ibarretxe? Es preciso recordar que el primero, que nos llevaba directamente al derecho de autodeterminación, fue rechazado por las Cortes Españolas a mediados de 2005.

Está claro que el Plan Ibarretxe II (PI-II) responde más a claves internas del PNV -partido gobernante mayoritario en el País Vasco-, y de poder en la Comunidad Autónoma, que a razones de necesidad de cambio del marco político de Euskadi.

Cuando el anterior presidente del EBB, Josu Jon Imaz, trató de imponer su visión política para el país, más moderada, combativa contra el terrorismo de ETA, modernizadora, el alma soberanista del partido -en minoría en el PNV- se rebeló contra la mayoría moderada utilizando la estrategia de mantener el conflicto de permanente ruptura con España.

Para ello, el Lehendakari Ibarretxe, con pocas posibilidades de repetir como candidato a la Lehendakaritza en 2009, y en contra de la posición mayoritaria del EBB, máximo órgano de dirección del PNV, ideó esta segunda parte de su plan. Con ello, el Lehendakari y los jeltzales soberanistas buscan atar las manos a la dirección moderada del Partido e imponer su agenda política en Euskadi hasta las elecciones autonómicas previstas para la primavera de 2009.

Por otro lado, la estrategia del Lehendakari obliga al PNV -ahora presidido por Iñigo Urkullo, hombre muy cercano al dimitido Imaz- a mantener, aunque sea con perfil político bajo, la hoja de ruta impuesta por el PI-II. El PNV no puede arriesgarse a desautorizar claramente al Presidente del Gobierno de Vitoria, más aún tras perder a manos del PSE-EE-PSOE las elecciones generales españolas del 9 de Marzo pasado en Euskadi.

Así pues, la jugada de Ibarretxe y sus aliados soberanistas ha sido inteligente. Siguiendo la máxima ignaciana según la cual "en tiempos de zozobra no es bueno hacer mudanza", el PNV no puede cambiar de caballo mientras trata de atravesar la riada de pérdida de votos que paulatinamente viene mermando su bolsa electoral desde los comicios autonómicos de 2005. Con este plan político rupturista que inunda los medios de comunicación tampoco tiene tiempo para configurar y lanzar a la palestra, con garantías de éxito, a un nuevo candidato a la Lehendakaritza.

En conclusión, el único que puede defender la Propuesta de Pacto Político para la Convivencia o, mejor aún, protagonizar la victimización derivada del rechazo que el Estado hará de él, es su inventor, Juan José Ibarretxe. El victimismo es una estrategia más del nacionalismo vasco que históricamente le ha reportado muchos votos y puede volver a funcionar.

Por tanto, el PI-II está diseñado para alcanzar tres objetivos reales que nada tienen que ver con el aparente cambio de marco político que pretende, constitucionalmente imposible para Euskadi, a saber: primero, recuperar la mayoría en la dirección del PNV que los soberanistas habían perdido tras la marcha del presidente Arzalluz. Segundo, imponer de nuevo la candidatura a la presidencia del gobierno de su actual lehendakari Ibarretxe, en detrimento de algún otro posible candidato moderado que ya sonaba en los corrillos políticos. Tercero, adelantar las elecciones para el 25 de Octubre -fecha prevista del imposible referéndum aprobatorio de la Propuesta- y utilizar el victimismo, derivado del rechazo por el Estado del PI-II, para volver a ganar las elecciones autonómicas y permanecer en el poder.

Verdaderamente, malos augurios se aprecian por Sabin Etxea viendo cómo la sociedad está cambiando y la sangría de votos nacionalistas, lenta pero paulatinamente, cuan rico txirimiri que tan bien se conoce en este país, puede convertirse en amplia cosecha a favor del PSE-EE y demás fuerzas no nacionalistas. El resultado de esta hipotética derrota produciría, entre otros, un efecto político trascendental: la clase burocrática dominante establecida alrededor del poder jeltzale en todos los estratos sociales de Euskadi perdería su condición y el cambio social sería posible tras 30 años de dominio nacionalista.

¿Para qué el Plan Ibarretxe II? Para mantenerse en el poder Ibarretxe, Egibar y demás dinosaurios del nacionalismo peneuvista. Las esencias del nacionalismo quieren seguir gobernando al margen de que provoquen, como ellos hacen habitualmente, la división de la sociedad vasca en dos mitades. Para eso se diseñó el PI-II. Mientras tanto ETA sigue asesinando.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los nacionalistas sólo tienen un objetivo, lo adornen como lo adornen: lograr la independencia del País Vasco al precio que sea.
España no debe permitirse tal despropósito.

Anónimo dijo...

España es plural y en ella caben todas las ideas siempre que se defiendan democráticamente.
Así lo recoge nuestra Constitución y demás normas jurídicas que sustentan nuestro estado de derecho.
Los nacionalistas, incluidos los vascos, pueden aspirar a conseguir la independencia de su tierra como los comunistas pueden aspirar a establecer la plena igualdad de los ciudadanos.