jueves, 30 de octubre de 2008

La muerte

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La cultura occidental recuerda a sus muertos este próximo fin de semana. Momentos solemnes para mirarnos hacia el interior y tratar de fijar, si aún no lo hemos hecho, nuestra propia filosofía sobre la muerte. Pero también será una oportunidad para analizar cómo se comportan los vivos con sus muertos obligados por los insoportables convencionalismos sociales.

Veamos algunos aforismos y reflexiones sobre el inevitable acontecimiento.

Un proverbio italiano dice
"Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja".

Jonathan Edwards asegura
"Los que hacen mucho ruido cuando viven reposan tras su muerte en tanto silencio como los que no lo han hecho".

Lao Tsé lo tenía claro
"Diferentes en la vida, los hombres son semejantes en la muerte".

Charles de Montesquieu se manifiesta en la misma línea
"Cuando la muerte ha igualado las fortunas, las pompas fúnebres no deberían diferenciarlas."

De estos pensamientos concluimos que la verdadera igualdad entre los hombres sólo se materializa con la muerte. Si la vida es transitar hacia la muerte o quizá morir poco a poco, es decir, progresar hacia la igualdad, ¿por qué no comenzar desde el inicio de la vida a hacer efectiva la igualdad?
¿Por qué esperar a que llegue la muerte para conseguir la igualdad?


Veamos otros pensamientos interesantes, absolutamente críticos con las normas sociales que giran alrededor de la muerte.

En relación con los que se fueron al otro mundo Wolf Biermann sentencia
"¡Qué cerca sentimos a algunos que están muertos; y qué muertos nos parecen otros que aún viven!"

Un proverbio chino dice
"Nada falta en los funerales de los ricos, salvo alguien que sienta su muerte".

Mi abuela repetía con frecuencia este refrán
"Dios nos libre del día de las alabanzas, [yo añado] pero, sobre todo, nos libre del día después".

Me gusta mucho lo que pensaba San Agustín en Ciudad de Dios, I.12, recogido por el filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592) en el Capítulo III, titulado Nuestros sentimientos van más allá de nosotros, de sus Ensayos.
"El esmero de los funerales, la elección de la sepultura, la pompa de las exequias, son más un consuelo para los vivos que un auxilio para los muertos".

Un par de días tradicionalmente singulares. Una oportunidad para la introspección. Una ocasión para armarnos de valor.

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

La vida es un tránsito. La estación de destino es la muerte. Lo importante es tener esto muy claro para que la vida no se convierta en una amargura permanente.
¡Viva la vida!

Anónimo dijo...

Como he podido ver el pasado finde las cosas que se hacen por los muertos en realidad sólo se hacen para los vivos, tal y como dice San Agustín en el último pensamiento que pones. Puro convencionalismo social.

Anónimo dijo...

Lo mejor de la muerte es que mediante ella se consigue la igualdad. Si no fuera así ¡cómo sería este mundo! Ya lo hacemos ahora suficientemente violento como para pensar que no existe la muerte.