. . El Fútbol Club Barcelona se alzó con el triunfo al vencer al Athletic Club de Bilbao por 4-1 en la
final de la Copa del Rey de fútbol disputada ayer en el estadio valencianista de Mestalla, presidida por S. M. el Rey.
La ilusión para los bilbainos sólo duró 23 minutos, los contabilizados entre el único gol del equipo vasco materializado por Toquero a los nueve minutos de juego, y el del empate del barcelonista Touré Yayá a los 32 minutos.
Tras el descanso, el Barça se puso las pilas y abrumó al Athletic con su juego de salón. Daba la sensación de que el balón era propiedad privada de los barcelonistas. En el minuto 55 de partido, Messi remató un rechace del meta vasco Iraizoz y colocó el 2-1 en el marcador y la afición culé se embriagó de alegría. Dos minutos después, en el 57, el joven Bojan, con la tranquilidad propia de un jugador maduro, regateó, miró y colocó un disparo no muy fuerte en la parte interior de la base del poste izquierdo de la meta bilbaina que se coló en el fondo de las mallas. El 4-1 favorable a los catalanes fue obra de Xavi a los 64 minutos de partido; el centrocampista culé ejecutó magistralmente una falta desde fuera del área, colocando el esférico por encima de la barrera en la escuadra derecha de la portería athletica.
Aquí se terminó la final para los vascos, que fueron incapaces de crear oportunidades claras en todo el segundo tiempo del partido, porque su juego, salvo en algunos instantes de la primera mitad, nunca fue de calidad.
Lo mejor de la final y todo lo que atrajo a su alrededor fue, sin duda alguna, la gran entrega de la afición del equipo bilbaino, que ganó por goleada a la barcelonista desde días antes de la celebración del partido.
Los aspectos negativos del encuentro fueron varios: en primer lugar, el rechazo al himno nacional que fue intensamente silbado por una gran parte de ambas aficiones mientras era interpretado, en los prolegómenos del encuentro, con las formaciones del Athletic y del Barça, acompañadas por el equipo arbitral, perfectamente alineadas en el campo, como es tradicional.
Es absolutamente reprobable esta falta de respeto que mostraron muchos vascos y catalanes hacia un himno, el español, que debe servir para unir y no para separar. En todo caso, a nadie se le escapa que el evento es la final de la Copa del Rey de España y el himno nacional español es uno más de los varios actos de protocolo que siempre está presente en esta y otras finales de carácter estatal. Siempre se puede optar por estar callado o simplemente no asistir a la fiesta.
La política está entrando en los clubes de fútbol con mucha intensidad desvirtuando el aspecto puramente deportivo de las competiciones. Esto es peligroso porque el fútbol mueve grandes masas de gentes y exacerbadas pasiones difícilmente canalizables. La política necesita, en última instancia, un alto grado de racionalidad que se imponga al elemento pasional.
En segundo lugar, la primera cadena de Televisión Española, que retransmitía el encuentro, censuró la emisión del himno y la pitada que le acompañó, desviando el interés de la audiencia al conectar con las ciudades de Bilbao y Barcelona y sus respectivas aficiones que se hallaban celebrando el evento en puntos clave de estas poblaciones. La cadena pública española pidió disculpas por no haberlo emitido, y lo puso en antena en el tiempo de descanso del partido tras haber rebajado el sonido de ambiente en el que predominaban los silbidos contra el himno nacional. Alegó fallo humano que nadie se ha creído.
En tercer lugar, la cadena pública vasca, ETB1, también manipuló la emisión cuando se interpretaba el himno nacional español, elevando el sonido de los silbidos de rechazo que venían del público vasco y catalán presente en Mestalla.
Tanto en este caso como en el anterior, todo un atentado contra el derecho a recibir libremente información veraz que tienen los ciudadanos, y que consagra el artículo 20.1.d) de nuestra Constitución. Es intolerable que en una democracia se lleven a cabo actos de censura como estos, y más aún por televisiones públicas, pagadas por los impuestos de todos, por muy reprobable que sea la falta de respeto de muchos aficionados vascos y catalanes, presentes en las gradas del estadio, hacia un símbolo nacional que representa a todos los españoles.
Paradójico y contradictorio -una auténtica aporía que sólo Pirron podría defender- es, asimismo, que el Athletic Club de Bilbao, único equipo de fútbol de primera división con todos sus jugadores de nacionalidad española, quienes, a su vez, son capaces de firmar manifiestos independentistas propugnados por grupos y agentes políticos que hacen gala de esta ideología, se emplee con tanto entusiasmo en conseguir una Copa del Rey de España que desprecian en su fuero interno tanto la mayoría de estos jugadores como una parte importante de su afición -esto último también aplicable a los seguidores barcelonistas- que comparten y viven la misma idea política.
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Otro incidente negativo lo protagonizó el barcelonista Touré Yayá, que dedicó un corte de mangas a la afición athletica tras marcar el gol del empate a un gol.
Acto condenable fue, asimismo, la agresión que sufrió el jugador barcelonista Dani Alvés por el impacto que hizo en su cabeza un objeto lanzado desde la zona de la afición rojiblanca, cuando el Barça ya ganaba por 4-1. Verdad es que fue la misma afición athletica quien denunció, y puso a disposición de los agentes de la seguridad, al exaltado aficionado que lanzó el objeto. Acordémonos de la trascendencia mediática que tuvo un caso similar producido en el estadio del Betis cuando el entonces portero del Athletic, Armando, sufrió un golpe en la cabeza por impacto de una botella lanzada por un aficionado bético, en partido de liga de la competición 2007-2008.
Al margen de todos estos incidentes desagradables, la realidad es que triunfó el fútbol de calidad, sobre todo el que exhibió el equipo dirigido por Pep Guardiola, que ha hecho del Barcelona una máquina de hacer fútbol, un equipo que lo borda. Y triunfó la ilusión en una afición, la del Athletic, que puede calificarse de la mejor del mundo. Vamos a quedarnos con esto en nuestra mente.
Los 'Reyes de Copas' del fútbol español hicieron posible que subiera el nivel de amor al buen fútbol. El F.C. Barcelona se erigió en el auténtico 'Rey de Reyes' del trofeo copero. Enhorabuena.
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