viernes, 16 de enero de 2009

El héroe del Hudson

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Por fin un héroe, ¡y vivo!, que nos da fuerzas para seguir creyendo en el hombre. El piloto norteamericano Chelsey Sullenberger, de 57 años, consiguió salvar la vida de 155 personas entre pasajeros y tripulación del avión Airbus 320, perteneciente a la aerolínea US Airways, tras realizar ayer un amerizaje forzoso en la desembocadura del río Hudson que baña la ciudad de Nueva York. La maniobra urgente y arriesgada decidida por el piloto fue motivada por averías en ambos motores de la aeronave, provocadas por el impacto de pájaros poco después de salir del aeropuerto neoyorkino de La Guardia hacia Charlotte, Carolina del Norte.
La imposibilidad de regresar al aeropuerto obligó a Chelsey Sullenberger a optar rápidamente por esta arriesgada maniobra que ejecutó con absoluto éxito. Tras el amerizaje en aguas de la bahía neoyorkina que se hallaban a cinco grados de temperatura, los pasajeros pudieron salir a la superficie de las alas desde donde fueron rápidamente rescatados por los equipos de emergencia.
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Momentos antes del amerizaje, el piloto pudo avisar a la torre de control del aeropuerto de la avería que sufría su avión y la maniobra que había decidido realizar. La aeronave pudo posar en el agua y flotó durante una hora, tiempo suficiente para que la operación de salvamento fuera posible. Sólo hubo algunas hipotermias y lesiones leves entre los pasajeros afectados.
Es maravilloso poder contar un suceso de esta importancia en el que finalmente no se produjeron víctimas mortales. También es una satisfacción, por lo poco frecuente, poder presentar a un personaje que, gracias a su pericia, preparación y experiencia, ha podido salvar la vida a tantas personas. Esta sociedad tan estresada, confusa y harta de tantas calamidades traducidas habitualmente en malas noticias, necesita un héroe de vez en cuando que nos permita viajar a nuestro interior para descubrir lo bueno de la condición humana.
Tal vez este acontecimiento sea un revulsivo para que nuestros pilotos de Iberia dejen de mirarse tanto al ombligo, y hagan algún que otro ejercicio de introspección que, seguro, les convencerá de lo que verdaderamente es importante en su profesión, al fin y al cabo, una minúscula parte de la vida misma.

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