El éxito de la operación fortalece la posición política del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que mantiene un combate total contra el grupo narcoterrorista de la FARC, que llevan actuando en este país hispanoamericano desde hace 40 años.
El grupo revolucionario está muy debilitado políticamente y ve cómo disminuye su poder de actuación después de perder por muerte a su fundador y máximo líder "Tirofijo", y sufrir diferentes derrotas a manos del ejército colombiano, deserciones de muchos de sus miembros, y, especialmente, tras convertirse en uno de los carteles de la droga más importantes de Colombia con cuyo dinero trata de financiar sus actividades terroristas. Sin embargo, aún tiene recluidas a unas 700 personas y no da muestras de dejar las armas para alcanzar la tan deseada paz que tanto se merecen los colombianos.
Por otro lado, no podemos olvidar que varios de los elementos estructurales que provocaron el nacimiento de algunos grupos revolucionarios como las FARC, todavía permanecen en Colombia. La tremenda desigualdad existente, el narcotráfico, el crimen organizado, la emigración... sigue siendo caldo de cultivo que facilita la permanencia de estas bandas criminales. Y es en este terreno donde el gobierno colombiano debe hacer grandes esfuerzos para que fructifique la semilla de la liberación de Íngrid Betancourt, se consiga la derrota política y militar total de las guerrillas y la paz sea pronto una realidad en este querido país.
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