El G-8 se ha reunido en Japón estos últimos días para discutir sobre la crisis económica, el cambio climático, y la subida de los alimentos sustancialmente.
A esta cumbre han sido invitados también cinco países emergentes: México, Brasil, Sudáfrica, India y China. Además se han unido a la reunión otros países como Corea del Sur, Indonesia y Australia.
Pero lo más interesante es que varias naciones africanas, caracterizadas precisamente por el gran drama de la pobreza y la miseria que se extiende por sus territorios, fueron llamadas a compartir mantel con los poderosos. Estuvieron pidiendo ayuda en nombre de África, Etiopía, Argelia, Ghana, Nigeria, Senegal, Tanzania y Sudáfrica (en calidad de país emergente, aunque también tiene mucho problemas de miseria y marginalidad).
La realidad es que el acuerdo sobre la reducción del 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera para el año 2050 queda tan lejos que no puede ser considerado como un compromiso serio. Además, los gobiernos de China e India han evitado comprometerse con este objetivo debido al intenso desarrollo y modernización que están acometiendo en sus propios países. Y no les duelen prendas para agarrarse a una pala para plantar un árbol.
Por otro lado, sobre la crisis económica pocas conclusiones se han obtenido. Se busca cómo evitar que la subida del petróleo y la inflación colapsen al sistema capitalista, pero no existen recetas creíbles que den solución al problema, y si las hay no aparecen por ninguna parte.
En cuanto a la disparatada subida de los alimentos que se está dando a nivel mundial, el diagnóstico tampoco está claro: no se sabe si es debido al desmesurado incremento de los precios del petróleo, al de la cada vez mayor producción de cereales y otras variedades para la producción de biocombustibles, al de la subvención de la producción agrícola en los países desarrollados o son múltiples las causas que lo provocan.
El resultado de la cumbre se ha traducido en la promesa, por parte de los países desarrollados, de habilitar fondos a plazo -"a largo plazo todos muertos", decía Keynes- por un importe global de 10.000 millones de dólares para paliar el hambre en el mundo. Una miseria que no evitará la hambruna agravada por la crisis económica que ya está instalada entre nosotros.
Mientras tanto, el pasado lunes, el Gobierno japonés que era el anfitrión, cumplimentaba a sus colegas con un banquete en el que se sirvieron 19 sofisticados platos.
¡Que indecencia! África hambrienta invitada a la cumbre, y exigiendo soluciones al drama que se le está echando encima, perdía el tiempo recogiendo las migajas que se desprendían de la mesa de los poderosos.
1 comentario:
Ojala estas cumbres y reuniones de potencias en verdad produjieran acuerdos que beneficiaran a los respectivos paises que intentan dar un paso hacia adelante para su desarrollo, pero siempre salen beneficiados los mismos las verdaderas grandes potencias(E.U.A, la union europea y Japon) por que a los demas solo se les dan sobras en acuerdos, tratados de libre comercio que en lugar de beneficiar terminan perjudicando terriblemente.
En Africa el unico pais que se beneficiara por esto sera Sudafrica por que los demas siguen sumidos en la miseria.
Saludos desde Mexico
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