El Gobierno de Berlusconi circula contínuamente por el filo de la navaja de la frontera con los valores y principios que sustentan la democracia. Al control del poder político a través de la propiedad casi unánime del poder mediático para su causa, Berlusconi y la mayoría que sostiene su Gobierno añade ahora una ley -calificada por los italianos como 'ley mordaza'- que dificulta e impide a los jueces y magistrados la interceptación de comunicaciones para perseguir los delitos.
Esta ley aprobada recientemente por el Senado italiano impide, también, que fluya la información de estos asuntos hacia los medios de comunicación y, por tanto, que éstos trasladen estas cuestiones a los ciudadanos para que se formen su propia opinión y juzguen al Gobierno y la clase política en el poder.
Al Presidente del Consejo, Berlusconi, no le gusta mucho la democracia, de la que sí se ha servido para alcanzar el poder: no le gustan las normas constitucionales, tampoco la normativa que viene de Europa, latiga a los jueces y fiscales que le incomodan, mezcla asuntos públicos con privados, tapa la corrupción que se mueve en los aledaños del poder que él detenta, no le gusta un pelo el pluralismo informativo que es pieza esencial en todo estado democrático, no le gusta la libertad de expresión, ni el derecho a informar de los medios y a ser informado de los ciudadanos... Berlusconi pisa terreno peligroso para que la democracia funcione con garantías.
Los medios de comunicación transalpinos se han plantado ante esta "ley mordaza" que constriñe más el ejercicio democrático de la libertad de información en Italia. Ojalá que el pueblo italiano tome conciencia de los métodos que este aprendiz de dictador va imponiendo paulatinamente en su país. Y esperemos que no se extiendan estas prácticas antidemocráticas a los países del entorno. Tengamos cuidado porque la 'contaminación' de males entre países está a la orden del día.
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