jueves, 12 de junio de 2008

Irlanda vota y Europa tiembla




Tres millones de posibles votantes pueden quebrar el camino que la Unión Europea se ha marcado con el Tratado de Lisboa (diciembre de 2007), en el referendo que se celebra hoy en Irlanda. El tratado que se somete a aprobación de los irlandeses trata de resumir y obviar algunas cuestiones conflictivas de la extinta Constitución europea de 2004, rechazada a su vez por Francia y Holanda en sendas consultas populares celebradas en 2005.

El texto ya ha sido ratificado por 18 de los 27 países de la UE por vía parlamentaria -España pretende aprobarlo a finales de mes-, puesto que no necesitaban someterlo a referendo. Solo Irlanda recoge en su sistema constitucional la necesidad de someter estos textos a la aprobación de sus nacionales, tal y como hizo con el Tratado de Niza que fue rechazado por los irlandeses en 2001. España tiene prevista su ratificación parlamentaria para finales de este mes de junio.


Aunque las autoridades y principales líderes políticos irlandeses son favorables al "Sí", las encuestas de última hora señalaban un estrecho margen con el "No" al tratado que, según los expertos, logrará más fácilmente su objetivo si la abstención es amplia.

Los colegios electorales cerraban a las 10 de la noche, hora de Dublín (una hora más en España), pero el recuento no se realizará hasta mañana viernes.

Mientras tanto la incertidumbre se cierne sobre toda Europa que no sale de su asombro ante la posibilidad de que la mitad -se espera una abstención que ronde el 50% del electorado- de los tres millones de irlandeses puedan decidir sobre la marcha de casi 500 millones de europeos que componen la UE.

Lo sorprendente es que nadie como Irlanda se ha beneficiado de la ayuda de la UE desde su ingreso en el club en 1973. Gracias a esta asistencia se ha convertido en poco tiempo en el segundo país en renta percápita de los 27. Lo que ahora es falta de democracia, desafección popular a la idea de Europa, burocracia de Bruselas, incremento de impuestos, disminución de su capacidad de decisión y otras lindezas que arguyen quienes piden el "No", parece que no eran tales cuando recibían los fondos (aproximadamente la mitad de lo que recibía España, pero con una décima parte de población) de los países de la UE que sacaron a Irlanda de la histórica y crónica situación de subdesarrollo por la que había pasado en los últimos siglos.

La Unión tendrá que pensar muy bien qué camino seguir si los irlandeses rechazan el Tratado de Lisboa. No es posible mantener un sistema tan arriesgado como el actual para seguir impulsando la UE. No es admisible ni lógico que siga existiendo la posibilidad de que un pequeño país -ni siquiera es fundador de la antigua CEE- ponga patas arriba el futuro de la UE, porque sus nacionales rechacen tratados negociados y asumidos por sus representantes políticos, que estructuran un proyecto político que, aun con carencias y defectos, debiera ser ilusionante para todos los europeos, aunque sólo fuera por el hecho de que nos ha permitido vivir en paz los últimos 50 años, algo absolutamente excepcional en la historia de Europa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdadera responsabilidad es de los políticos que tenemos, que no son capaces de explicar lo que hacen con nosotros en Europa. Así ocurre luego lo que ocurre.

Anónimo dijo...

Siempre ocurre que las élites son las que proponen cambios políticos y el pueblo aprueba o se somete, o es sometido, a lo establecido por las élites. De lo contrario el avance de las sociedades sería mucho más lento. No sabemos qué proponen los irlandeses, salvo seguir estando discriminados pero favorablemente respecto de los demás europeos.