Una dramática competición por la nominación demócrata a la presidencia de EEUU entre Hillary Clinton y Barack Obama terminó ayer con el triunfo de este último en las urnas, tras la alocución que la senadora pronunció anunciando la "suspensión de su campaña" y ofreciendo su apoyo al senador de Illinois, ganador de las primarias del partido, después de seis meses de elecciones democráticas por todos los estados del vasto territorio del Tío Sam.
Obama verá ratificada oficialmente su candidatura, salvo sorpresas de última hora, en la Convención Nacional Demócrata que se celebrará el próximo mes de Agosto en Denver (Colorado).
El senador Obama -primer candidato mulato en la historia norteamericana- ganó las primarias gracias al mensaje de cambio que ha presentado a los estadounidenses a lo largo de toda la campaña electoral. Su principal idea consiste en propugnar una gran renovación de la clase política -ruptura con el establishment de Washington- que ha llevado a EEUU a un debilitamiento en su posición internacional, e infundir en sus compatriotas la confianza en sus capacidades y su fuerza para seguir creyendo en el "sueño americano" que tan maltrecho ha dejado el actual presidente George W. Bush. Esta es la razón principal por la que creo que no elegirá a Hillary Clinton para optar a la vicepresidencia, porque la senadora neoyorquina representa el pasado y Obama quiere romper con ese pasado que ha llevado a sus compatriotas a la "pesadilla americana" tras el 11-S y la posterior aventura militar en Afganistán primero y en Iraq todavía.
Otros mensajes más concretos han sido los siguientes: en el ámbito internacional, Obama ha transmitido a los estadounidenses la idea de que las amenazas que se ciernen sobre EEUU no requieren sólo del poder militar, sino del poder de la diplomacia -piensa aplicarla al conflicto con Irán-. Ha abierto la puerta a la retirada ordenada de las tropas que luchan en Iraq. Piensa que EEUU debe volver al multilateralismo y huir de su política imperialista e, incluso, de la posibilidad de consolidar lo que ya parece un mundo multipolar. El soft power, el poder de influir, el poder de atraer que predicaba Joseph Nye como estrategia que debería aplicar EEUU en las relaciones internacionales, está más cerca de Barack Obama que de su futuro contrincante a la Casa Blanca, el republicano John McCain.
En lo que se refiere a la política nacional, propugna el cambio para construir una economía que no premie solo a los ricos. Cambio para conseguir un seguro de salud para todas las personas que lo deseen. Cambio para luchar contra la pobreza y la discriminación racial. Cambio para terminar con la dependencia del petróleo de los dictadores y de las monarquías feudales. Cambio para invertir en un futuro de energía limpia. Cambio para que todos los jóvenes tengan las mismas oportunidades, especialmente en el acceso a la educación.
En definitiva, una batería de intenciones políticas que deberá concretar, a partir de ahora y hasta el martes cuatro de noviembre, en la decisiva y auténtica campaña presidencial contra el candidato del Partido Republicano, John McCain.
Por fin... Obama. Por fin... el cambio, porque cuando vota EEUU decide por todos nosotros.
2 comentarios:
A versi nos libramos de una vez de Bush y todos los "neocons" con nos tienen acogotados.
Aire fresco es lo que se necesita en Estados Unidos para que los demás también podamos respirar.
Obama no va a ser el gran liberador del mundo, que nadie se lo crea. El realismo político se volverá a imponer y tendrá que navegar como pueda en la corriente revuelta de las relaciones internacionales.
Tal vez pueda hacer algo más en USA, pero tampoco será fácil: el poder está muy repartido allí también y ni siquiera el Presidente puede hacer siempre lo que desea.
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