jueves, 20 de marzo de 2008

Iraq, cinco años de guerra


Ni armas de destrucción masiva, ni relación con Al Qaeda, ni eliminación de una de las muchas dictaduras de cualquier país del mundo para implantar una democracia, porque la razón más importante por la que Estados Unidos y aliados invadieron Iraq hace cinco años fue colocar una pieza imperial más del juego ajedrecista de la geopolítica en una casilla fundamental del tablero mundial.
En Iraq, las fuerzas norteamericanas se han instalado en el corazón de la franja decisiva de las relaciones internacionales, la que se puede trazar entre Israel y Japón, a lo largo del Oriente Próximo, Himalaya y China. Alrededor de esta franja se encuentran los países con armamento atómico que ha de controlar Estados Unidos si quiere seguir siendo la potencia hegemónica: Israel, Rusia, Paquistán, India, China y, tal vez pronto, Irán.
También el petróleo es materia prima importante para hacer realidad el proyecto, pero no es decisivo.
Para ello, EE.UU. inicia una guerra el 19 de Marzo de 2003 que dio por finalizada victoriosamente el 1 de Mayo de ese año, pero que todos sabemos sigue estando más vigente que nunca.
Ha tenido que deshacer el Estado que, al menos, funcionaba en el país del Paraíso bíblico: disolvió el ejército, desarticuló el partido baas, enfrentó a las tres comunidades étnicas y, por supuesto, eliminó la elite gobernante y a su cabeza presidencial, Sadam Husein.
Como consecuencia inmediata, la producción de petróleo iraquí se paralizó y todavía hoy no ha llegado a los niveles que alcanzaba en febrero de 2003.
Los efectos más visibles de la guerra ahí están: más de 4.000 militares norteamericanos y aliados muertos, cerca de 800.000 civiles muertos, una insurgencia iraquí que lucha para expulsar a las tropas invasoras, terrorismo de Al Qaeda que ahora también actúa en Iraq, talibanes más fuertes en Afganistán que atentan frecuentemente en Paquistán, terrorismo islamista extendido por todo el mundo con la consecuente vulnerabilidad de Europa - el 11-M-2004, atentado con 191 muertos en España- y resto de países vinculados con Occidente -incluidos los países árabes-, precio del petróleo por las nubes, crisis económica internacional...
Los resultados en estos cinco años transcurridos no pueden ser más desastrosos. Y esto no ha terminado. Ni siquiera se sabe cuál puede ser la solución a medio plazo.
¿Para qué tantos muertos? ¿Para qué tanto sufrimiento? ¿Para qué tanto riesgo? Dice Lampedusa en su novela más conocida, El Gatopardo (Diario El País, 2003): "morir por alguien o por algo está bien, entra en el orden de las cosas; pero conviene saber, o por lo menos estar seguros, de que alguien sabe por quién o por qué se muere".

1 comentario:

Anónimo dijo...

En 1987 Sadam ya se había hecho con el control total de Irak y en los años siguientes llegaría a grados de terror y paranoia indescriptibles.
23 marzo 2003. El líder de la oposición iraquí en el exilio manifestaba "mis compatriotas ya no pueden estar peor ni muertos". Entendía que los europeos se opongan a la guerra y añadía,"Cualquier ser humano decente se opone a la guerra, pero les pedimos que recuerden que son civiles los que sufren y mueren cada día en el Irak de Sadam. Los niños son torturados delante de sus madres, mujeres violadas delante de sus maridos, padres presenciando la violación de sus hijas. Hay más desaparecidos en el Irak de Sadam que en ningún otro país de la tierra".
Cinco años han pasado. Un dictador bestia ha sido liquidado.
Ahora se trata de asegurar la transición hacia un gobierno democrático estable. Muchos soldados y civiles muertos, sí, pero se conseguirá.