lunes, 24 de marzo de 2008

La Pasión queda atrás


El regreso de las vacaciones de Semana Santa provocará los lógicos traumas psicológicos. En España han sido varios los días para olvidarse de la actividad laboral, salvo en el caso de aquellos que como los hosteleros tenían que redoblar la actividad porque su profesión así se lo exige.
Pero la Pasión se ha manifestado en nuestro país con toda su fuerza y esplendor como es costumbre. El drama, el sufrimiento, la propia flagelación... ¡Qué manía tiene el catolicismo con amargarnos la vida con sus mensajes de dolor y muerte!
El imaginario religioso de los españoles -y supongo que el de otros nacionales como los latinoamericanos- se ha visto suficientemente satisfecho. La tradición católica sigue ocupando las calles con absoluto abuso en un Estado constitucionalmente aconfesional como es España, aunque la posición laicista de la sociedad parece mayoritaria, al menos en la práctica.
No es bueno que la tradición religiosa siga teniendo tanto peso en la vida de una sociedad civil. No es bueno que la religión salga del ámbito privado de las personas para inundar las calles, salvo que el evento sea considerado como una celebración folclórica más. Cuando esta cuestión se convierte en elemento esencial, como algunos pretenden, para influir en la dirección política del país, cuando el historicismo se convierte en filosofía política dominante en la dirección del Estado, la rémora en el camino que una sociedad pone hacia el progreso está garantizada.
Hemos dejado atrás una Pasión. La otra, la verdadera, la del sufrimiento diario en pos de una vida mejor comienza hoy, una vez más.
Buena suerte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Acceder al significado profundo de estos días no está al alcance de todos, o quizás sea parte del proceso de descristianización que sufrimos. La Semana Santa rememora que Dios muere por el hombre. Para el ciudadano de hoy, sitiado por las preocupaciones del día a día y ocupado en gestionar su dinero y disfrutar de su ocio, Dios no tiene cabida.

Anónimo dijo...

Nuestra cultura tiene raices muy profundas cristianas, sigue siendo así, muchas veces es un lastre que no nos deja avanzar e incluso a algunas personas las hace infelices por el sentimiento de pecado, de culpa, ante algunas actuaciones de su vida. Hoy, con los conocimientos que se tienen, con el acceso a la ciencia y a la cultura, no podemos ser tan simples y meapilas y basarlo todo en la fé, debemos buscarnos nuestra porpia espiritualidad, que siento que nace y está en uno mismo. Todos creemos en algo. Para el que tiene fé cristiana, enhorabuena, la vida tiene que serles más fácil. Debieran ser más felices, pero tengo mis dudas. No confundamos cristianismo con espiritualidad. La vida civil tiene que ser laica, no mezclemos las cosas.

Anónimo dijo...

Ttanta tradición y tanta historia acaba creando mitos que falsean la verdadera historia, y sirven a muchos irresponsables para construir discursos políticos puramente nacionalistas. Hay que desenmascarar a estos farsantes.