jueves, 1 de abril de 2010

Semana Santa en la calle

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El pueblo vuelve a la calle. Como todos los años, muchos españoles celebran la Semana Santa acudiendo y participando directamente en las procesiones que tradicionalmente se organizan en los múltiples pueblos y ciudades de nuestra geografía. Las cofradías muestran toda su vitalidad. En algunos casos, los pasos que recorren las calles de nuestra geografía precisan de hasta 250 costaleros para transportarlo.
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¿Qué es lo que mueve a la gente a compartir esta histeria colectiva? ¿Es la fe? ¿Es la tradición? ¿Sólo es una forma ocio?

Lo que no parece de sentido común es que multitud de gente se movilice mayoritariamente e, incluso, muchos se pongan en trance, adorando imágenes que, al margen del simbolismo que se les atribuye, en ningún caso debieran ser motivo de tan exagerada manifestación pública, porque la religión en general, y la fe en particular, no deben pasar de ser una vivencia interior, todo lo intensa que cada cual quiera, pero de cada persona individualmente considerada.



Quizá ocurra que, en España, nos guste mucho aparentar. El honor, el qué dirán, ese gran protagonista en la novela del Siglo de Oro español, ha hecho mucho daño a esta sociedad. La ha tenido prisionera y la ha mantenido atada al conservadurismo más reaccionario durante siglos. España no tuvo la suerte de abrazar la Reforma del siglo XVI y se quedó anclada en la Historia. Llegó tarde a la modernidad. ¿O aún no hemos llegado?

Mientras reflexionamos sobre estos aspectos, disfrutemos del jolgorio procesional, de los condimentos, viandas y licores propios de la festividad y despejemos nuestra mente, que el lunes volveremos a la dura realidad. ¡Aleluya!

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