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Mike di Meglio, campeón del mundo por primera vez en la cilindrada de 125 c.c.
Este joven francés ha conseguido imponerse a sus rivales tras un campeonato disputado. Sólo se decantó a su favor en las últimas carreras.
Nuestros campeones españoles este año no han tenido la suerte que también se necesita para alcanzar la máxima cima de la competición. Seguro que el próximo campeonato del 2009 les dará más éxitos que el recientemente finalizado. Está claro que entre italianos y españoles se reparten los campeonatos y da la sensación de que así será también el año que viene.
Desconocemos de qué pasta están hechos estos deportistas, pero algo excepcional debe ser. Esa capacidad competitiva, esa adrenalina derramada en cada curva del circuito, ese desdén hacia el riesgo... Todo ello hace de este bonito deporte una forma de ser para tantos aficionados moteros que tienen en esta maravillosa máquina un verdadero signo de indentidad.
Ahí tienen una nueva oportunidad queridos amigos. Todavía están a tiempo de ser beneficiarios del amor de una mujer-terremoto -lo de Alex Rodríguez sólo es un rumor-. Pueden alcanzar la fama sin necesidad de recurrir al pago de una campaña publicitaria. Y si, tras unos años de matrimonio, el proyecto fracasara, siempre pueden convertirse en ricos de un plumazo. ¡Ah!, y no olviden que, en este último supuesto, la diosa del pop-rock le dedicaría una buena canción con lo que el paso a la inmortalidad estaría asegurado. Anímense y aprovechen la oportunidad.
La mitología clásica nos coloca al rey Sísifo, una de sus figuras más simbólicas, en el punto de mira de la actualidad.Según la tradición, el astuto, hipócrita y pecador Sísifo fue castigado eternamente por Zeus a ser arrojado al Tártaro, un lugar de castigo que pertenecía al mundo de los muertos, por haber violado secretos divinos. Tánatos, el dios de la muerte, fue el encargado por Zeus de que se cumpliera la pena.
Aunque Sísifo no se dejó intimidar y maniobró para evitar la muerte, el caso es que terminó siendo castigado ejemplarmente por los Jueces de los Muertos. Le mostraron una gran piedra y le ordenaron trasladarla rodando pendiente arriba hasta la cima de una montaña para, desde allí, soltarla cuesta abajo por la otra ladera.
Sísifo no consiguió hacerlo porque, cada vez que estaba a punto de alcanzar la cima, el peso de la descomunal roca le obligaba a dar macha atrás y la mole volvía una y otra vez al pie de la montaña.
Ante tal castigo, la soledad de Sísifo entonces y ahora es palmaria. No hay misericordia para el desventurado trabajador que hoy carga con la pesada piedra del capitalismo especulativo, tramposo, incontrolado. Cada vez que trata de alcanzar la meta de la dignidad, sustentada en el esfuerzo y sacrificio que supone empujar la piedra de la necesidad por la fuerte pendiente de la vida, la maldición se produce inevitablemente. El enorme pedrusco le devuelve al pie de la montaña, es decir, a la triste realidad de la existencia reservada a los desafortunados.
Pero Tánatos ha de esperar porque si algo caracteriza a Sísifo es su persistencia. El sudor empapará su cuerpo y el polvo de la montaña ensuciará su torso. Mientras tanto, seguirá esforzándose empujando la piedra hasta hollar la cima aun sabiendo que nunca lo logrará, porque está convencido de que lo trascendente no es alcanzar la cumbre en sí misma. Lo que verdaderamente importa es hacer el recorrido..., aunque sea en solitario, hasta que la piedra te aplaste definitivamente. Y será entonces cuando, por fin, Sísifo haya alcanzado la cima..., su propia y personal cima.
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